Ya estamos en diciembre, y en la televisión, en las calles y en muchos lugares nos recuerdan e invitan a hacer nuestras compras navideñas para hacer nuestros regalos en la noche del 24. Si queremos celebrar "bien" la navidad, no podemos olvidar de regalar a nuestros seres queridos, pero ninguna mención a una cena especial junto a quienes amamos, y menos que eso, ninguna mención del motivo por el cual se celebra la navidad.
Es tan vacío celebrar una festividad sin tener presente la razón que le dió nacimiento, y de eso Chile lo sabe bastante bien, solo ver que celebramos... la "noche de brujas". Se desnaturaliza absolutamente lo que se celebra cuando no tenemos presente su razón de ser, inclusive cuando realizamos sus actos de manera mecánica y automática.
Y aquí me detengo en la soberbia de occidente. La noche del 24 se celebra quizás el hecho mas esencial en el nacimiento de la cultura occidental, ya que el cristianismo ha sido uno de los elementos centrales de nuestra cultura, de su desarrollo y crecimiento, pero en nuestra genialidad, hemos hecho todo lo que se nos ocurrió para olvidarnos de su vital importancia. Siempre he admirado a la cultura del viejo mundo, pero reconozco que se me cayeron cuando no aceptaron incluir en el proyecto de constitución europea el hecho de que el cristianismo fue esencial en su crecimiento, en su historia, en su evolución. Querer rehusar de ello es equivalente a negar de donde venimos. Y en tamaño error, miramos del hombro para abajo a Oriente, quienes si son mas consecuentes con su historia y raíces.
No recordamos ese hecho que marcó nuestra historia, que nos marcó un antes y un después por la relevancia de lo que ocurrió. Dios, el creador, nos regaló a su Hijo por el amor que nos tenía; y su Hijo, muere por nosotros, por nuestros pecados, para nuestra salvación. Y pese la magnitud de tales hechos, no recordamos el nacimiento de nuestro salvador, y pasamos esta fecha sólo pensando que regalos haremos sin deternos un momento en celebrar lo que de verdad es la causa de todo, que Jesús nació en un humilde pesebre, que vino por los que sufren, por los que no estan bien en sus vidas, para recordarnos que nuestro padre está con ellos, y que los recibirá en sus brazos.
Ojalá, en la noche del 24, nos demos un momento de recordar que estamos celebrando y en nuestro interior decir "Gracias Dios, por enviarnos a tu HIjo para nuestra salvación, y por poder estar junto a quienes amamos"
Es tan vacío celebrar una festividad sin tener presente la razón que le dió nacimiento, y de eso Chile lo sabe bastante bien, solo ver que celebramos... la "noche de brujas". Se desnaturaliza absolutamente lo que se celebra cuando no tenemos presente su razón de ser, inclusive cuando realizamos sus actos de manera mecánica y automática.
Y aquí me detengo en la soberbia de occidente. La noche del 24 se celebra quizás el hecho mas esencial en el nacimiento de la cultura occidental, ya que el cristianismo ha sido uno de los elementos centrales de nuestra cultura, de su desarrollo y crecimiento, pero en nuestra genialidad, hemos hecho todo lo que se nos ocurrió para olvidarnos de su vital importancia. Siempre he admirado a la cultura del viejo mundo, pero reconozco que se me cayeron cuando no aceptaron incluir en el proyecto de constitución europea el hecho de que el cristianismo fue esencial en su crecimiento, en su historia, en su evolución. Querer rehusar de ello es equivalente a negar de donde venimos. Y en tamaño error, miramos del hombro para abajo a Oriente, quienes si son mas consecuentes con su historia y raíces.
No recordamos ese hecho que marcó nuestra historia, que nos marcó un antes y un después por la relevancia de lo que ocurrió. Dios, el creador, nos regaló a su Hijo por el amor que nos tenía; y su Hijo, muere por nosotros, por nuestros pecados, para nuestra salvación. Y pese la magnitud de tales hechos, no recordamos el nacimiento de nuestro salvador, y pasamos esta fecha sólo pensando que regalos haremos sin deternos un momento en celebrar lo que de verdad es la causa de todo, que Jesús nació en un humilde pesebre, que vino por los que sufren, por los que no estan bien en sus vidas, para recordarnos que nuestro padre está con ellos, y que los recibirá en sus brazos.
Ojalá, en la noche del 24, nos demos un momento de recordar que estamos celebrando y en nuestro interior decir "Gracias Dios, por enviarnos a tu HIjo para nuestra salvación, y por poder estar junto a quienes amamos"
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